martes, 9 de junio de 2009

Cuestiones Escatológicas


Sé de buena fe, que los estudios de Alberto Antúnez supusieron un antes y un después en la literatura de cuarto de baño. Mi querido maestro, que en paz descanse, dedicó su vida a la observación, análisis y deducción de que leía la gente en los aseos mientras evacuaba los desechos de la digestión. Su talento comenzó a revelarse en su más tierna infancia, cuando interrumpía tan íntimos momentos a sus progenitores. Su padre, harto de interrupciones tuvo que poner un pestillo en la puerta del baño. Pero la curiosidad del benjamín de la familia no se amedrentó con ello, y se dedicaba a espiar por la cerradura de la puerta. Él mismo, en su afán de compresión intentaba imitar a su padre y miraba las etiquetas de los geles de baño sin ningún resultado. Todavía no sabía leer. 

En su adolescencia olvidó tan notable inquietud, dejando paso a las preocupaciones de todo joven. Las mujeres, aquellos seres extraños venidos de otra galaxia para regocijarse en el rechazo que mostraban al tierno Antúnez. Debíamos de decir a su favor que era una buena persona, y nada más. Ni atractivo, ni divertido, mal conversador y con ciertos ataques de timidez que a veces le merecieron su ingreso en la Sociedad de Jugadores Autistas de Cinquillo. Quizás fueron todas estas las razones por la cual se decidió por las letras. Cursó sus estudios en la Universidad de Málaga al amparo de su pasión por Quevedo y Cervantes. No fue un estudiante brillante, pero a veces la suerte sonríe como una estúpida a cualquiera que pase por delante de su puerta. En esta caso la suerte en cuestión se llamaba Doña Aurora Guttemberg, catedrática de literatura íntimosocial. Una disciplina tan olvidada para todos como la profesora que la impartía, salvo para Antúnez. Doña Cascada, como también era llamada en los ambientes más festivos de la Universidad, se encariñó con Alberto. A sus casi setenta años, su corazoncito medio germano, medio español se compadeció de la mirada bizca de mi maestro hasta el punto que le ofreció una tesis doctoral en aquello que considerase Alberto de su interés. Dicha decisión pasó tan desapercibida como sus actores, pero fue la acción que cambió la vida del futuro doctor Antúnez. 

Antes de proseguir con este artículo de aquel que me ha enseñado todo, he de aclarar que la literatura íntimosocial engloba todos aquellos estudios de literatura desarrollados en la intimidad del seno de la sociedad, sin que sea compartida por nadie salvo por aquellos que pasan en determinado momento por el lugar adecuado. Véase como ejemplo los sonetos que Lope de Vega escribió en una noche de borrachera en la pata de la mesa junto a la que cayó semiincosciente, o bien las notables palabras que han dado la vuelta a todos las puertas de los retretes públicos del mundo hispanohablante "No has de tener de problemas de corazón, mientras el mojón sea duro y con razón". He de decir con orgullo que también fue también mi maestro quien logró descubrir al autor de tan sabias palabras, si bien prometió no revelar a nadie su nombre.     

Pero volviendo a los años de tesinando de mi maestro, he de contar que fue aquí donde logró sacar su pasión oculta. La pregunta que había estado rondando por su cabeza desde antes incluso que aprendiese a leer: "¿Qué lee la gente cuando se halla excretando?". Junto a estas preguntas surgieron otras como "¿Es el cuarto de baño el que inspira a leer o es el proceso de evacuación?" o "¿Leen lo mismo hombres y mujeres, finlandeses y españoles, ricos y pobres?". Con esta Los estudios fueron realizados en varias ciudades europeas, incluídas Madrid, Estocolmo y Helsinski. Tras varios años de análisis de encuestas se llegó a varias importantes conclusiones, como que el producto más leído durante tan escatológico acto eran las etiquetas de los geles de baño, seguidos de los champús y las locciones corporales sin que ninguno de los más acérrimos lectores hubiese llegado a saber nunca que era el lauril sulfato sódico. Un amplio sector de la población también se decantaba por el periódico, preferentemente el suplemento semanal, a ser posible de izquierdas o centro izquierda. En algunos casos se encontraban revistas de contenidos diversos desde moda a cocina. En ciertos sondeos también se encontraron algunas revistas pornográficas, si bien estas puediesen relacionarse con otro tipo de actos de origen menos fecal. Finalmente un porcentaje muy pequeño de la población se decantaba por el libro o la novela corta, siendo los autores preferidos Sócrates, Platón y Paulo Coelho. En ningún caso se encontró libros de temática religiosa a excepción de un taxista de Nápoles que cuando sufría de estreñimiento se torturaba con los pasajes del Apocalipsis.

Todos estos temas quedaron recogidos en la tesis titulada, "Estudio sobre las Preferencias Literarias en el Acto Íntimo de la Excrección Fecal". Esta fue editada años más tarde en formato de bolsillo junto a otros escritos del Dr. Antúnez y distribuídas por varios países en un intento de culturizar a ciertos sectores de la población. Fue un fracaso, de manera que en una idea sin precedentes se procedió a la fragmentación del manuscrito en pequeños pasajes que fueron insertados en las etiquetas de geles de baño, champús y locciones corporales. Siguió siendo un fracaso a excepción del siguiente pasaje escrito poco momentos antes del fallecimiento del Dr. Antúnez.

"Nota a pie de página: El lauril sulfato sódico es un tensoactivo iónico usado en productos de higiene personal".

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