Pasaron las semanas, y tras el enfado inicial, Dorotea consiguió que sus padres aceptasen a Pato como un integrante más de
Conforme fue creciendo la familia fue tomándole más cariño. Pagaba con ronroneos los trozos de comida que caían accidentalmente de la mesa, sobre todo los de Dorotea. Dormía con ella, a sus pies, tomando parte del calor de su cuerpo y asustando a todas las pesadillas que la perseguían las noches de tormenta. Miraba con ojos atentos todo lo que la niña hacía, desde que se levantaba hasta que regresaba a la cama, faltando solo a su cita aquellos días que se levantaba algo más aventurero de lo normal. Esos días hacía suya la calle persiguiendo ratas o bufando a otros gatos. Demostrando que a pesar de su tamaño y su vida fácil, seguía siendo ese depredador que temían los gorriones.
La semana fatídica hizo calor. Pato había abandonado durante la noche la compañía de Dorotea, seguramente en busca de un nuevo trofeo. Ella se levantó intranquila y preguntó a su madre por Pato. Miraron en todos los cuartos, incluidos aquellos rincones que le gustaba esconderse. No apareció. Cuando su padre llegó de trabajar volvieron a repetir la operación con el mismo grado de éxito. Se fue a la cama triste y preocupada. Esa noche las pesadillas camparon a sus anchas por su pequeño cuerpecito y se despertó entre lágrimas y sollozos. La angustia duró varios días hasta que su vecino, el viejo señor Olson apareció en casa. Le dijo a su vecino que por favor pasase por casa cuando pudiese, que tenía noticias de Pato, pero que no dijese nada a Dorotea. Cuando volvió de casa del señor Olson, el padre de Dorotea no podía contener las lágrimas. Vio a Pato. Olió su pelo quemado. Vio uno de sus ojos inerte, blanco y sin vida. El otro había desaparecido y solo quedaba una cuenca vacía. Sus patas revelaban el sufrimiento que había acabado con su vida mientras las llamas lo devoraban. El señor Olson le dijo que hacía varios días unos adolescentes entraron en el barrio, y que tras romper algunos cristales, quemaron varios cubos de basura. Un par de días más tarde descubrió lo que quedaba de Pato cuando estaba haciendo limpieza en casa.