domingo, 28 de octubre de 2007

El animal

Buscaba desesperadamente algún rasgo conocido en esa tierra extraña. Una montaña, colina o río que hiciese saltar sobre mi cerebro aquel resorte que me diría donde estaba. Pero no lo encontraba. Estaba perdido en mitad de la nada, rodeado de miles de árboles, lejos de cualquier señal y con la noche precipitándose sobre el cielo. Lo primero que hice fue refugiarme del frío que estaba por llegar. Éste se había llevado más de una vida imprudente. Me adentré en la cueva, y me deslicé hasta el fondo donde sabía que los dientes del invierno no iban a llegar. Me acurruqué sobre el musgo seco que hablaba de tiempos más húmedos para ese lugar. Cerré los ojos y pesadamente la losa del sueño cayó sobre mi.

No me acuerdo lo que soñé, pero si se que entre sueños, escuchaba como la tierra se estremecía con golpes. Escuché ruídos infernales y recogí olores desconocidos. Desagradables. Caústicos. Olí a madera quemada y a río emponzoñado.

Al despertar y al salir de la cueva todo había cambiado. Ya no me hallaba rodeado de árboles, sino de construcciones monstruosas junto al río. Los olores del bosque habían sido sustuídos por horribles hedores a hombre. A esos animales sin pelo. Habían llegado al bosque y en un inverno habían cambiado a base de fuerza el paisaje que me rodeaba. Quería escapar pero estaba débil tras el largo invierno de manera que fui a buscar comida. Cualquier cosa que me diese fuerza para escapar de lo que me rodeaba.

Olí comida, y me acerqué. Uno de los sin pelo me vió y comenzó a gritar. No tardó en aparecer más sin pelos, todos gritando de forma semejante. Me tiraron piedras, y grité furioso. Daba igual, me tiraban más piedras mientras cada vez habían más. Huí. La comida tendría que esperar, Volvería a la cueva. Pero aquellos sin pelos, me siguieron. Escuché un trueno que caía del cielo. Sentí un pinchazo en mi espalda. Todo se volvió confuso. No tenía fuerzas. Caí. Sentí dolor. Sentí dolor hasta que todo desapareció.

“Entonces dice que no tiene ninguna imperfección”

“Ninguna señora, esta piel es de la mayor calidad, tomada del animal cuando todavía está vivo”

“Por favor, ahórrese los detalles, no quiero escucharlos, por Dios, es de mal gusto”

1 comentario:

Alice dijo...

Me gusta la historia hasta que llega a su final, la cual, ya deja de gustarme pero lo malo no es la historia sino que esto pasa en realidad en algunos sitios. Lo que más me ha gustado de Ithaca es el respeto por la fauna y la flora. Tanto que nos quejamos de los estadunidenses pero el mundo debería aprender de ellos en ese sentido.